
¿La vacuna contra el COVID hace que el botox sea menos efectivo?

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¿La vacuna contra el COVID hace que el botox sea menos efectivo?

Carla Díaz Katsicas
En los últimos años hemos visto nacer nuevas tecnologías inyectables para prolongar la juventud, pero al día de hoy ninguna le ha quitado la corona al botox, que ahora está en boca de todos debido a diversas investigaciones que cuestionan su efectividad.
Un estudio reciente realizado por un grupo de investigadores en Israel encontró que los fanáticos de los rellenos visitaban a la persona que administraba sus inyecciones con más frecuencia después de recibir la vacuna contra el Coronavirus.
En promedio, los 45 participantes recibían inyecciones de botox cada 118 días antes de ponerse la vacuna contra el COVID, pero después de ella, ese número se redujo a 96 días. En el estudio –publicado en otoño en el Journal of Cosmetic Dermatology– los investigadores concluyeron que las inyecciones de toxina botulínica “podrían ser menos efectivas”. Sumado a ello, la investigación muestra que la inmunidad al botox puede ocurrir por sí sola. Aproximadamente del 1% al 3% de los usuarios desarrollan un anticuerpo bloqueador que hace que las inyecciones sean prácticamente inservibles.
Breve historia del rejuvenecedor más popular del mundo
En su libro Botox is my Prozac: Mind Rejuvenation, la enfermera y escritora Eva Rozier hace un recuento rápido de los inicios de la toxina botulínica en el mundo de la cosmética. Hay que mencionar que, fuera de ese contexto, esta neurotoxina elaborada por la bacteria clostridium botulinum, una especie de bacilo que se encuentra en la tierra y que provoca el botulismo, podría ser —si así se deseara— el veneno más poderoso del mundo, un ingrediente capaz de convertirse en un arma de destrucción masiva, por lo que sus capacidades más letales han sido prohibidas tanto por las Convenciones de Ginebra como por la Convención sobre Armas Químicas.

“Solo actúa a nivel local, es una neurotoxina que tiene la capacidad de producir relajación muscular, por lo que su uso en dermatología es selectivo sobre ciertos músculos faciales que, debido a su contracción, producen arrugas dinámicas o de expresión”.
— Javier Derma
Es ciertamente interesante cómo esta misma sustancia, de la que hay hasta siete tipos que cuentan cada uno con sus propias características y posibilidades de uso, terminó convirtiéndose en un aliado de la belleza. “Se usó para reducir arrugas por accidente”, escribe Rozier. 10 años después de que comenzara a utilizarse como un tratamiento para corregir el estrabismo, los médicos canadienses Jane y Alastair Carruthers decidieron aprovechar la capacidad del tipo A para provocar parálisis muscular temporal y experimentar en la reducción de arrugas en el contorno de los ojos. Esto porque los pacientes tratados con estrabismo comenzaban a notar que sus líneas de expresión empezaban a reducirse de manera notable cada vez que su tratamiento les era inyectado y, muy pronto, cuenta Eva Rozier, muchos empezaron a acudir a su oftalmólogo no solo para evitar los espasmos oculares sino también para fines estéticos. “Cuando nos vemos mejor, nos sentimos mejor, tenemos más confianza en nosotros mismos, somos más sociables y extrovertidos”, apunta Rozier. No es por tanto una simple ocurrencia que en la actualidad la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos tenga aprobada la aplicación de botox como un tratamiento auxiliar para combatir la depresión.
Algunas conclusiones
¿El estudio cambia las opiniones de los dermatólogos sobre la vacuna en sí o los neuromoduladores en la era de las vacunas contra el COVID? No por el momento. Según los dermatólogos, estas sustancias son muy seguras y su efectividad depende de la persona que las recibe.
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